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Tradición, honestidad, cercanía e implicación como garantía de éxito: Autoescuela Castellmar

Tradición, honestidad, cercanía e implicación como garantía de éxito: Autoescuela Castellmar

Hace 57 años, en 1966, abrió en Castelldefels la primera autoescuela del municipio. Se llamaba Gato Negro por el barrio de Sant Boi donde se ubicaba otra de las sucursales regentadas por el mismo dueño. Un año después, José Cuadrado, un joven cordobés de 18 años, llegó a Barcelona para iniciarse en el sector y, una vez obtuvo el título de profesor de formación vial, empezó a trabajar en el Gato Negro de Castelldefels.

En 1982, el dueño decide jubilarse y propone ceder a sus empleados la gerencia de las sucursales. A pesar de la crisis económica que azotaba al país en aquel entonces, Pepe no se lo pensó dos veces y apostó por adquirir la autoescuela que rebautizó para la ocasión aunando los dos principales símbolos de Castelldefels: el mar y el castillo. Y así nacía Autoescuela Castellmar.

Silvia Cuadrado tenía por entonces 6 añitos, pero se podría decir que ya desde la cuna se había rodeado de señales de tráfico, volantes y normas de circulación. Cada día a la salida del colegio acompañaba mientras daba clases a su padre, un héroe para ella que le inculcó los valores sobre los cuales se construyen los cimientos de esta empresa familiar: la honestidad, cercanía e implicación para con cada uno de los alumnos y alumnas que acogían.

Y a pesar de diplomarse en Relaciones Públicas, tuvo claro desde bien joven que su lugar estaba detrás del mostrador de Castellmar, contribuyendo así al proyecto en el que su padre tanto había invertido. Desde entonces lleva 30 años atendiendo de manera personalizada a todos los usuarios y trasladándoles el ambiente familiar que prima en la autoescuela para hacerles sentir como en casa.

Castellmar no rehuye de las ventajas de las nuevas tecnologías, pero su equipo prioriza el trato humano con el objetivo de que el alumno acuda al centro con motivación y predisposición, de manera que pueda asimilar con más facilidad los valores inherentes a la complejidad de la circulación viaria. Por eso es de las pocas autoescuelas que sigue apostando por la presencialidad en las clases teóricas.

Con porcentajes de aprobados que rondan el 72% de los examinados, duplicando la media de Barcelona, el equipo de Castellmar se asegura así de que el alumno esté totalmente preparado y se comporte como un conductor seguro y eficaz antes de aconsejarle que suba a examen, actuando con la mayor sinceridad y honestidad posibles.

Por todo ello, Castellmar sigue siendo la autoescuela de referencia en el municipio, con una capacidad de atracción que no requiere de campañas publicitarias. Les avala el trato, los principios y valores que han aplicado a cada uno de los más de 15.000 alumnos y alumnas que han cruzado sus puertas en busca de su primer gran objetivo vital: ser dueños de su destino en la carretera.

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